jueves, 9 de diciembre de 2010

Asumir que rendirse no es una opción.

El otro día escuché a una chica contanto que dentro de unos días iba a someterse a una operación de riñón puestos que los suyos le estaban causando la muerte. Se estaban haciendo pequeños y con ello (no sé muy bien por qué) su vista cada día empeoraba, a la par que su capacidad auditiva. Cada semana debía tomar sesiones de diálisis hasta que encontrasen a un donante. Su esperanza de vida se resumia a unos pocos meses.
Su marido se realizó las pruebas debidas y comprobó que eran compatibles, así que sin dudarlo ni un segundo decidió ser él el donante, a pesar de que ésto podria repercutirle en un futuro, puesto que no era una simple intervención (su mujer padecía una extraña enfermedad).
Escuché esto un día de bajón, de esos en lo que simplemente de apetece tirarte de un sexto piso, que te atropelle un trailer y te pase una apisonadora por encima. Mientras oía ésto me di cuenta de que una sonrisa surcaba mi cara. Pensé, joder, que prueba de amor. ¿Te imagina siquiera que alguien tuviese la valentía de hacer eso por ti? Por que una cosa es decirlo, pero hacerlo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario