domingo, 30 de enero de 2011

Los domingos suelo jurarme que cambiaré de vida.

Anoche fue una de esas noches. En las que te subes a unos tacones para que no te rocen los fracasos y te recoges el pelo para dejar ver tus ojos. Y parece que funciona. Los que antes ni te miraban ahora te invitan a una copa.
Es inútil, por mucho que me disfrace, sigo siendo la misma.Te soledad pesa a la par que los papelitos con numeros de teléfonos que has coleccionado esa noche.
Y a pesar de todo, no quieres salir de ese mundo que aun huele a tabaco y ron. Parece que allí, las penas son otras.

6 comentarios:

  1. ya ves...
    yo también opino que quien se siente solo y vacío por dentro y añora a algo o alguien, eso, no se va aunque tengas muchos números de telefono!!por desgracia..

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  2. Definitivamente en ese mundo, las penas son otras.
    Aunque está bien eso de cambiar de mundo de vez en cuando (ojo, sólo muy de vez en cuando) y ver cómo podría haber sido tu vida si hubieras seguido otro camino.

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  3. Sensación de irrealidad que hace sentir bien momentáneamente. Y luego vuelta a la realidad.

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  4. Me seduce el título..pero, en mi puñetera vida, no colecciono ni números de teléfonos ni realidades, no tengo miedo a salir, pero aunque me recoja el pelo, nadie me mira a los ojos...lamentablemente soy así....

    Muy buena entrada, te lleva a reflexionar y a desahogarte...eso es mucho, créeme.

    Enhorabuena

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  5. Todo es realidad, no? Lo de dentro, los ojos despejados, los tacones rojos que levantan el alma y la soledad cuando pasas la goma de borrar por los números de teléfono. Es toda, entera. Nosotros decidimos cuál nos convence. Y si siempre escogemos la oscura, habrá que empezar abrir más ventanas. Por las de los bares entran miradas, sigue abriendo a ver qué traen las demás ;)
    Amoos, digo yo, que así me lo repito a mí misma! Ja!

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  6. Mundo de sabores en la nariz, y olores en la garganta: mundo que aún al reves a veces es más cuerdo que otros.
    Saludos,
    Alejo

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