miércoles, 5 de enero de 2011

Cerrado por derribo.


Mucha veces he comparado mi corazón con una casa antigua, vieja, deshabitada. De esas casas que se encuentran en una pequeña calle rodeada de casas también antiguas pero ya remodeladas.
Una casa la cual nadie quiere comprar, pues tendría que construirla de nuevo.
Aún recuerda cuando era nueva, con ganas de ser estrenada, ensuciada, cuando tenia ganas de desvelarse por la noche por cuelpa de las caricias y los gemidos...y así fue. Así fue hasta que empezó a ser agujereada por los recuerdos. Calcomida por la soledad. Por los frios de invierno y el calor pegajoso del verano. Ya nadie queria pasar las noches allí. ¿Por qué conformarse con lo viejo cuando puedes estrenar cada día?.
Pasó el tiempo y decidió acoger a todo el mundo. Prometió dar calor y covijo a cambio de compañía, y en ella, cada noche, dormía un ocupa diferente.
Sí, estaba acompañada, pero sola. El humo de sus cigarros la ahogaban, pero nada podía hacer. Entre la indiferencia y la soledad eligió la soledad.
Ahora, tras el paso del tiempo, sus paredes siguen estando vacías, aun más si cabe. Piden ser restauradas, salvadas de las ruinas, del olvido. Y solo le queda la esperanza de que alguien vea belleza en ella, o al menos algo especial que le incite a comprarla y a construirla de nuevo.

3 comentarios:

  1. Sin duda alguien querrá hacerla la casa más bonita del mundo, redecorarla y hacer de ella el mejor sitio para vivir. :) muá

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  2. En ruínas, como tantas veces. Pero no importa, alguien restaurará las paredes y las pintará de bonitos colores. Todo irá bien. Para volver a construirte por dentro primero debes derrumbarte.

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  3. Los cimientos suelen resistir siempre. Tal vez volver a edificar no sea una mala idea.
    Aunque no era nada de conversaciones con uno mismo, he de decirlo.

    Un saludo.

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